Viajes a la raíces – Aprender Sanando #4

viajes a la raíces

¿Estoy dispuesta a ver y escuchar lo oculto? ¿Cuáles son las opciones que tenemos? ¿Me gusta lo que siento cuando me permito ser? ¿Qué cuento cuando cuento un cuento? Euro Latin te lleva en este viajes a la raíces…

“Para problemas complejos, se necesitan soluciones complejas” dice Gonza. Se me viene la Agenda 2030 a la mente como posible lenguaje común. Después de 3 días todo parece haberse calmado. Los titulares ponen ahora su foco en la votación de las PASO. El mecanismo parece repetirse infinitas veces. Nos ahogamos de información, las temáticas son tendencia en redes sociales y en el momento exacto en que el asunto se va profundizando y comienza a romperse el cerco mediático, la agenda social cambia de tema.

Son las cuatro de la mañana. Esperamos el taxi que nos lleva a Buenos Aires. El gato estuvo mimoso las últimas 24 hs. Llegamos a Constitución, nos tomamos el tren al primer destino de nuestro viaje: la casa de los papás de Gonza. El día está lluvioso y va a seguir así. El día número cuatro amanece con sol y la tierra inundada. Me desperté mil veces con las luces que salían del cielo. Pienso en la gente que está sufriendo el impacto del agua.


El agua vale más
– Viajes a la raíces

El martes a las 7.00 am despachamos el equipaje en Aeroparque. Nos vamos a Catamarca. El río del valle alimenta al dique pirquitas. El agua fluye entre las piedras creando cascadas de agua celeste y verde cristalina. Tomamos mate en la orilla con nuestros anfitriones sobre el pasto. A nuestro alrededor, piedras de gran tamaño, arena y cuarzos, blanco y rosado, forman los caminitos. Miramos el atardecer entre las montañas. Un cactus me llama a conversar. Camino entre las rocas, me paro frente a él en kurma mudrá, cierro los ojos y escucho: “Acá es el próximo destino. La abundancia camina contigo. La red, las raíces y la familia.”

La primera parte de nuestra estadía en Catamarca nos alojamos en la casa del primo de Gonza. Es la primera vez que se conocen. En su casa también funciona un hostel. Un lugar muy acogedor y cómodo. El primo aprovecha nuestra visita para tomarse vacaciones. Nos presenta a sus amigos y nos lleva de paseo.

Encaramos viaje a Las Juntas, un pueblito en medio de la montaña. Pasamos la noche con lecturas, pizzas y fainá. Duermo como una bebé en la habitación de los abuelos de nuestro anfitrión. Es la casa de fin de semana y recibimiento de gente de una familia muy devota a la virgen, los santos, y Cristo. Hay cuatro habitaciones con muchísimas camas dentro. Todas listas para que duerma quien necesite. Un lugar super abundante y con muchísimas energía de agradecimiento. Sus paredes son de colores y sus manteles de hule con flores. Las rosas fucsia, naranjas y rosadas protegen la casa. Los santos en estampitas, imágenes y esculturas acompañan la presencia de los seres del lugar. No hay muertos, o no los siento.

Permacultura y hogar

Llegamos a Casa Fértil. La segunda parte de nuestra estadía en Catamarca es el hogar permacultural de nuestra amiga. Cenamos muy delicioso. La abundancia es mucha y el estilo de vida, otro. Me siento agradecida y sorprendida. 

El domingo Sol hace un taller de permacultura para mujeres y disidencias. La permacultura recupera saberes ancestrales e integra la tecnología. Es importante tener en cuenta la entrada del aire y del sol para el diseño, así como las estaciones del año y la cosecha del agua de lluvia y la respiración del hogar para la eficiencia de la casa. Pensar en cada detalle y habitar los rincones. “Pararse en los bordes” y sentir la entrada del sol y las sombras. 

Recordar el placer de cada espacio. Incluso en los baños. Propone desmitificar lo barato: la inversión económica es grande, sobre todo en aprendizaje y tiempo. La idea es bien usar la energía, no economizar. Explorar la creatividad e invertir en uno mismo para que el hogar se construya. Evitar el agotamiento energético y compartir para entusiasmarnos. Retroalimentarnos.

En nuestro anteúltimo día hacemos picnic en la cima de la Cuesta del Portezuelo y pasamos el rato al sol. Nos encontramos con una familia viajera: mamá, papá , tres hijxs y dos perros. Andan en un colectivo de línea, nos recuerdan el movimiento y nuestro sueño de la movilidad propia para continuar nuestro viaje de investigación de formas de vinculación económica. 

El domingo nos lleva el tío de Gonza al aeropuerto. Yo deseo no encontrarme de nuevo con los inversionistas japoneses. Las experiencias que nos cuenta un catamarqueño de haber ido a trabajar a la mina de litio son vertiginosas. En el Google Earth solo se ven los piletones de agua y sal. Atrás de la pantalla existe una megaciudad para la extracción del mineral que se encuentra en las baterías. Los trabajadores deben meter su celular en una bolsa, no hacer registros y someterse a una revisión profunda de sus cuerpos al entrar y salir del espacio. En mi interior se repite una voz que me recuerda que el agua vale más que el oro y el litio. La resistencia está activa, necesitamos volver a conectarnos con la naturaleza que nos habla con claridad sobre cómo cuidarla y por ende cuidarnos.

Viajes a la raíces, aprender sanando.

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